Evangelio del Domingo de la Sagrada Familia, según San Agustín

En el domingo de la Sagrada Familia, vemos a Jesús niño que, cumpliendo con la ley, es presentado en el Templo.

En este domingo de la Sagrada Familia, vemos a Jesús niño que, cumpliendo con la ley, es presentado en el Templo. Vemos como el Antiguo Testamento deja pasa al Nuevo en la figura de Jesús.

Es la salvación anunciada, es la misericordia de Dios que ya está presente en medio de su pueblo. Pero, está sometida a la voluntad de sus padres, la Virgen María y San José, sin que eso signifique que la paternidad divina excluya a la de ellos. Gran misterio el de la familia, que, siendo una realidad humana, puede abrirnos a las realidades divinas. Y eso solo lo puede hacer el amor.

Un cántico nuevo

Cantad al Señor el cántico nuevo frente al cántico viejo; el Testamento nuevo, porque antes existió el Testamento viejo; el hombre nuevo para despojarse del hombre viejo. Despojaos -dice- del hombre viejo, con sus obras y revestíos del nuevo, que fue creado según Dios en justicia y santidad verdadera. Por lo tanto, cantad al Señor el cántico nuevo; cantad al Señor, toda la tierra. Cantad y edificad. Cantad y cantad bien. Anunciad el día del día, su salvación. Anunciad el día del día, su Cristo.

La salvación

Pues ¿cuál es su salvación sino su Cristo? Esta salvación es la que pedíamos en el salmo: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Esta salvación era deseada por los antiguos justos, de los que decía el Señor a sus discípulos: Muchos quisieron ver lo que vosotros estáis viendo y no pudieron. Y danos, Señor, tu salvación. Esto dijeron aquellos justos: Danos, Señor, tu salvación. Danos ver a tu Cristo mientras vivimos en esta carne.

Nació Cristo; uno llegaba y otro estaba a punto de irse; pero no quería hacerlo hasta que no llegara él. La senectud cumplida ya le echaba fuera, más la piedad sincera le retenía. Pero cuando llegó aquél, cuando nació, cuando vio que su madre le llevaba en brazos, la piadosa senectud reconoció a la divina infancia, la tomó en sus manos y dijo: Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto tu salvación. Ved por qué decía: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Se cumplió el deseo del anciano cuando el mundo mismo declinaba hacia la vejez. Quien encontró al mundo envejecido vino en persona al hombre anciano. Por lo tanto, si encontró al mundo envejecido, escuche éste: Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra. Desaparezca la vetustez, surja la novedad.

Ocuparse

Convenía que yo me ocupara de las cosas de mi Padre no indica que la paternidad de Dios excluya la de José. ¿Cómo lo probamos? Por el testimonio de la Escritura, que dice así: Y les respondió: ¿No sabíais que conviene que yo me ocupe de las cosas de mi Padre? Ellos, sin embargo, no comprendieron de qué les estaba hablando. Y, bajando con ellos, fue a Nazaret y les estaba sometido. No dijo: «Estaba sometido a su madre», o: «Estaba sometido a ella», sino: Les estaba sometido. ¿A quiénes estaba sometido? ¿No era a los padres? Uno y otro eran los padres a los cuales él estaba sometido por la misma aprobación por la que era Hijo del hombre. Hasta aquí los preceptos los recibían las mujeres; recíbanlos ahora los niños, de modo que obedezcan a sus padres y les estén sometidos. ¡Cristo, a quien el mundo está sometido, se somete a sus padres!

Sermón, 163, 4 y Sermón 51, 19

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