
El Día Internacional de Acción por los Ríos se celebra el 14 de marzo, con la intención de cuidar y proteger una de las principales fuentes de agua limpia en todo el planeta. Y, asimismo, crear conciencia en la población del cuidado y protección que requiere este valioso recurso natural, imprescindible para la vida, especialmente para los que viven en su entorno. En esta tarea se encuentran implicadas las comunidades cristianas de la Amazonía, con una presencia muy significativa de los religiosos agustinos y laicos que colaboran en parroquias y proyectos sociales.
Uno de los últimos logros, fruto del trabajo de años para proteger los ríos y defender la biodiversidad, ha sido la declaración del Río Marañón como «titular de derechos». Un hito histórico, con el que las comunidades indígenas esperan que se frene la contaminación en la zona y se protejan los ríos de la explotación ilegal.
La designación de ríos como ecosistemas sujetos de derecho es una oportunidad de proteger y conservar la naturaleza. Cuando un elemento del medio ambiente, pasa de ser «objeto» a ser «sujeto», se amplía la posibilidad de cuidarlo y respetarlo, a nivel institucional, ya que se obliga al Estado a elegir un representante legal que vele por los derechos, en este caso, del río.
El obispo del Vicariato Apostólico de Iquitos, el misionero agustino Mons. Miguel Ángel Cadenas, ha impulsado y acompañado en los últimos años todo este proceso, que comenzó en la década de los años 70 del siglo pasado, cuando proliferaron en la Iglesia nuevas apuestas pastorales. También en la Amazonía, en el Vicariato Apostólico de Iquitos (Perú), encomendado a los agustinos. El cambio de modelo pastoral en la Parroquia Santa Rita de Castilla (en adelante la Parroquia), situada en el río Marañón, es un ejemplo de ello.

Las Comunidades Cristianas
«Se pasó de hacer visitas de los sacerdotes a los pueblos para dar los sacramentos, a organizar en cada localidad una comunidad cristiana reunida alrededor de la Palabra de Dios -explica Mons. Cadenas-. Esto supuso poder contar con laicos y laicas del mismo pueblo que ejercieran de Animadores Cristianos, que se formaran para presidir las celebraciones de la Palabra los domingos».
En este contexto, a finales de los años 70, comenzaron a existir en las comunidades los Promotores de Salud, que respondían a las necesidades de la atención primaria que no satisfacía el Estado.
Durante los años 80 y 90 este modelo se extendió y se dio un impulso a la formación de los agentes pastorales, contando, no sólo con animadores y promotores de la salud, sino también con catequistas, movilizadoras (salud materno-infantil), corresponsales de radio La Voz de la Selva y promotores de Derechos Humanos.
Los Pueblos Indígenas
El año 1993 se publica el Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) sobre Pueblos Indígenas y Tribales, lo que lleva a que, a comienzos del milenio, se extiendan por el río Marañón las organizaciones indígenas. La Parroquia Santa Rita se implica mucho en esto, ayudando a su nacimiento, articulación y capacitación.
Por su parte, los obispos de la selva amazónica publican en el año 1997 el libro «Reflexiones pastorales en torno al medio ambiente en la Amazonía peruana», que se convierte en un texto clave en unos momentos de continuos derrames de petróleo en el río Marañón, y donde la Parroquia tiene un papel muy activo con denuncias de lo que supone de desastre para el río, la biodiversidad y la vida de los pueblos indígenas.
A su vez, en el 2007, la ONU hace pública una Declaración conteniendo los derechos de los pueblos indígenas. De esta manera, prácticamente todas las comunidades están ahora reconocidas como comunidades nativas. Con este amparo jurídico, el año 2013 se interpuso una demanda con organizaciones indígenas afines, por el derecho a la consulta previa, ante el dragado de los ríos amazónicos con el proyecto Hidrovía Amazónica. Dicha demanda fue ganada.
La Iglesia Amazónica
«La tela se va tejiendo -subraya el obispo-. La Parroquia aglutina y capacita a los agentes pastorales, que son el fermento en las comunidades y en las organizaciones indígenas. Las visitas y la formación continuada por parte de la Parroquia, es el armazón cristiano que se une a los hilos de los derechos indígenas (Convenio 169 y Declaración ONU) con las fibras de las organizaciones indígenas para formar esa tela tupida».
En 2019 el Documento final del Sínodo Amazónico recoge en dos números los derechos de la naturaleza (n° 74 y 84). Poniendo en práctica esta enseñanza, Huaynakana Kamatahuarakana, una organización indígena de mujeres muy cercana a la Parroquia, donde se han capacitado por décadas, interpone una demanda para declarar el río Marañón como “sujeto” de derechos.

La valiente juez de la ciudad de Nauta recibe la demanda y la modifica un poco. Hay presiones para dejar de utilizar el término “sujeto” y termina por declararse al Marañón como “titular” de derechos. El año 2024 un tribunal de Iquitos en segunda instancia, ratifica la primera sentencia. Se consigue, de esa manera, un instrumento más para la defensa de los habitantes del río Marañón y su biodiversidad.
Mons. Miguel Ángel Cadenas afirma que no se hubiera conseguido esta sentencia sin la nueva organización parroquial que comenzó a crearse a partir de 1979. Junto con los agustinos, estuvieron las religiosas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús: «Señalemos unos pocos nombres, Hna. Fetucha, Hna. Rosa, Hna. Pilar, Hna. María Dolores, Hna. Araceli, Hna. Nancy… Y, en cuanto a los agustinos, tuvieron un rol protagónico en esta nueva organización parroquial los PP. Basilio Mateos y Miguel Fuertes».
En toda esta historia es importante subrayar el fuerte compromiso de Mons. Miguel Ángel Cadenas, del P. Manolo Berjón, OSA y del P. Luis Fernández, OSA, actual párroco de Santa Rita de Castilla, en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas y el cuidado de la naturaleza.
Hace unos meses la abogada Rita Ruck, Responsable de la Oficina de Derechos Humanos del Vicariato Apostólico de Iquitos, visitó España y destacó la importante labor que la Iglesia en Amazonas desarrolla en este campo.
Por otra parte, en los últimos meses, desde distintos ámbitos se ha hecho un esfuerzo por dar a conocer esta situación, así como la importancia que tiene para las personas que viven en comunidades situadas en la ribera de estos ríos, que el agua esté limpia y protegida de explotaciones ilegales o descontroladas.
El documental «Karuara» es un ejemplo de ello. A través de vibrantes animaciones hechas a mano, la película invita a ver el mundo desde una perspectiva espiritual y profunda y cuenta la hazaña de Mariluz, para que su río sea reconocido como sujeto de derechos.







