
El sábado 7 de junio, bajo el lema “Con María vivimos la esperanza”, se celebró la edición número 37 de la tradicional Marcha Mariana, que se inicia en Peñaranda de Duero y culmina en el Monasterio de La Vid (Burgos). Esta jornada, marcada por la fe y la convivencia, se ha convertido en una cita imprescindible en el calendario de pastoral de la Provincia de San Juan de Sahagún. Con esta marcha se pone de manifiesto, no solo la devoción a la Virgen, sino también lo importante que son estos momentos para fortalecer lazos comunitarios y conectar con la espiritualidad en medio de un entorno natural único.
Un año más, la devoción mariana se hizo camino. Desde primeras horas de la mañana, cientos de personas procedentes de distintos puntos del país se congregaron en la Plaza de Peñaranda de Duero. Desde Loiu (Bilbao) hasta Valladolid, pasando por León, Santander o Madrid. Parroquias, colegios, comunidades, fraternidades,… en definitiva, familias. A medida que los participantes se dirigían a lo que, para la familia agustiniana es el corazón espiritual de la Ribera del Duero, se sucedieron muchos momentos de reencuentro y alegría entre los peregrinos.
Acompañar a la Virgen
Tras una oración en la Ex Colegiata de Santa Ana, del histórico pueblo burgalés de Peñaranda de Duero, los caminantes emprendieron los siete kilómetros que los separaban del Monasterio de Santa María de La Vid, no sin antes dirigir un fraternal saludo al Monasterio de las Madres Franciscanas Concepcionistas, como viene siendo tradición, y que les fue devuelto con cariño desde esta antigua casa solariega.
Durante el trayecto, las diferentes parroquias, colegios y agrupaciones se fueron sucediendo en cada kilómetro para ayudar a portar a la Virgen de la Vid en su carrito de ruedas, acercándose respetuosamente e iniciando cada cambio con una breve oración y el rezo de un misterio del rosario. Mayores y pequeños participaron activamente en las oraciones, cánticos y reflexiones.
Tampoco faltaron momentos de silencio y recogimiento. Y es que el camino, flanqueado por verdes campos salpicados de amapolas y margaritas que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, y coronado por cielos inmensos pintados de nubes, invitaba a la meditación y era el marco perfecto para dar gracias a Dios y a Ntra. Sra. De La Vid por tantas cosas.
Cuando la comitiva llegó finalmente al imponente monasterio agustino, situado a orillas del Duero, el repique de campanas anunció la entrada en hombros de Ntra. Sra. De La Vid, entre aplausos y vítores. Allí estaba el P. Agustín Alcalde, OSA, Prior del Monasterio de La Vid, que les dio la bienvenida. A continuación, juntos cantaron la salve.
Hacer comunidad
A continuación, llegó el momento de la comida y todos pasaron a las mesas que se encuentran en la finca. Protegidos del sol por sus centenarios árboles y acariciados por las brisas del Duero, familias y amigos compartieron los alimentos que habían traído, en un ambiente de unión y camaradería.
A las cinco de la tarde se celebró la Eucaristía, presidida por el P. Domingo Amigo González, OSA, Prior Provincial, y concelebrada por muchos de los agustinos presentes. En las distintas partes de la misa participaron cada una de las parroquias y colegios presentes, especialmente a la hora del ofertorio. Lo recaudado en la colecta, que fueron 720 €, se destinó para apoyar un proyecto de los agustinos en Argentina.
Como en ediciones anteriores, la jornada terminó con muestras de cariño entre los participantes, la mejor señal de que los recuerdos creados aquel día quedarán grabados en la memoria de los caminantes.
Lo vivido en la XXXVII Marcha Mariana se ve reflejado, perfectamente, en las palabras del Papa León XIV con ocasión de la festividad de Pentecostés, que se celebraba ese mismo fin de semana: “Que el viento vigoroso del Espíritu venga sobre nosotros y dentro de nosotros, abra las fronteras del corazón, nos dé la gracia del encuentro con Dios, amplíe los horizontes del amor y sostenga nuestros esfuerzos para la construcción de un mundo donde reine la paz».













