Ser Agustino

Vocaciones

Dios nos ama y nos quiere felices, que tengamos una vida buena, agradable y perfecta (cf. Rom 12,2).

La vocación a ser persona y cristiano se puede vivir desde diferentes estados de vida o caminos vocacionales: laicos (matrimonios o solteros), religiosos (vida activa o contemplativa), sacerdotes (diocesano o religioso).

Toda vocación es un don de Dios. Es Él el que llama, quien vocaciona. No es uno que escoge la vocación que desea. Y Él elige a quien quiere y porque quiere. Pero Dios no te convierte en marionetas, sino que nos quiere y nos valora, confiándonos y llamándonos a una determinada vocación. Y, sobre todo, porque nos quiere felices. Y Él nunca defrauda.

De ahí surge la necesidad de ponerse a la escucha de la voz de Dios, de preguntarse: ¿qué quiere Dios de mí?

Dios ha llamado y llama a personas a seguirle, con radicalidad, en la vida religiosa agustiniana. También te puede llamar a ti. Escucha tu interior, responde a tu inquietud…

Ser agustino… ¿Por qué no tú?

Vivir es arriesgarse,
definir el corazón inquieto en busca del amor.
Incansable corazón porque en el amor no hay límites.

Amar es dar la vida,
es tener ojos en el alma
y ver de frente el sufrimiento.

¡Tanto dolor! Es tanto el llanto…

Y faltan manos para romper cadenas,
bocas que griten libertad,
pies descalzos en camino hacia el futuro.

Definir el corazón cuando aún se es joven.
Es mirar en los ojos de Él y decir SÍ.

Porque el corazón humano pide más.
Y por eso no saciamos nuestra sed
en la mediocridad de una vida inútil y vacía.

En verdad fuimos hechos para Él.
Y solamente en Él descasamos.

¡Ahora, sin embargo, es tiempo de combate!

Escucha en los pobres su grito,
Descubre en lo más íntimo la voz que indica el camino.
Y ven…
¡Arriesga todo!

Paulo Gabriel L. Blanco, OSA

 

Sé valiente y asume riesgos