Los agustinos de la Provincia de San Juan de Sahagún de España y Portugal han tenido el sábado 1 de diciembre, el retiro del tiempo de Adviento. Dicho encuentro de reflexión, oración, celebración y convivencia ha tenido lugar el mismo día en dos lugares: Valladolid y Guadarrama (Madrid).
En la Casa Fray Luis de León de Guadarrama se han reunido unos 65 agustinos para tener el retiro de Adviento, tal como realizan todos los años al llegar estas fechas. En esta ocasión, las dos charlas corrieron a cargo de María Cristina Inogés Sanz, teóloga y participante en el Sínodo de los obispos, con voz y voto, junto a otras 53 mujeres, de las 85 presentes en el aula Pablo VI (Nervi). La crónica la ha escrito el P. Isaac González Marcos, OSA.
Iglesia sinodal en misión
Su primera charla fue una presentación del método y trabajos realizados en el sínodo: 39 mesas redondas (9-11 miembros), sin presidencia, compuestas por cardenales, obispos, presbíteros y laicos. El documento final – Iglesia sinodal en misión- (consensuado, pero con “formas vaticanistas”) presenta el rostro de la iglesia sinodal, todos somos discípulos, todos misioneros y constructores de comunidad (con sabor ciertamente agustiniano).
El documento presenta convergencias (consenso), cuestiones a profundizar y propuestas. Ahora se requiere una lectura personal, comunitaria o parroquial del mismo, al menos de las partes en las que se pueda aportar de nuevo algo para la Asamblea de 2024, que redactará otro documento.
Entre los temas tratados, indicó Cristina, están la poligamia y la diversidad sexual y de género (LGTB). Para profundizar en ellos están el clericalismo, la formación de los seminarios, el celibato sacerdotal (casados ordenados y recuperar a los sacerdotes secularizados), autoridad de los obispos, la unidad de los cristianos, el diaconado permanente femenino, etc.
Y, entre las propuestas, aparecen los pobres de todo tipo, migrantes, mujeres en la misión de la iglesia, diaconado permanente femenino, situaciones matrimoniales diversas, diversidad sexual y de género.
Señaló también la espiritualidad sinodal, que se basa en escucha mutua, dialogar, hacer silencio, unidos en el espíritu, discernir… y, sobre todo, una comunión enraizada en la palabra y el anuncio, Cristo.
En fin, una iglesia sinodal, comunión que escucha, encuentra, reconoce, se compadece, es prójima y cuida al otro, supera el miedo y tiene fe, sabe dar para recibir, contagia esperanza, alarga su mirada al mundo entero, empuja, anima, estimula y ensancha el corazón.
Adviento y conversión
La segunda charla la dedicó a presentar el Adviento como tiempo para ser positivos y no estar en la permanente queja de que en la vida religiosa hay menos, más mayores y con menos vocaciones. A estas lamentaciones se debería añadir que los religiosos están ahí, se pueden optimizar recursos, hay más experiencia, necesidad de repensar la misión, ser creativos, aceptar que los jóvenes son de otra manera.
También señaló la necesidad de ser más realistas y no profetas de calamidades, no vivir permanentemente en estado de catástrofe, huir del temor del ayer, del mañana y de los sueños del ayer; amar lo que se hace, no ser funcionarios de lo religioso.
Adviento, recordó, es ser y estar, tiempo de orar para nada, por el simple placer. Es tiempo de gratuidad, pues Dios se hace hombre y no pide nada a cambio; tiempo de inclusión (Jn 1,14), pues toda su carne y condición humana la asume y la lleva a la vida, a la muerte y a la resurrección. Y, tiempo de ilusión, en el que Dios está a un grano de arroz de distancia, siempre con nosotros, en medio de nosotros y, dicho agustinianamente, dentro de nosotros, más íntimo que nuestra propia intimidad.
Será necesario, advierte María Cristiana, resetear la vida religiosa, renacer sin miedo, ser felices si tenemos la audacia de vivir así, descentrados de nosotros, para centrarnos en Cristo, centro único de todos.
Con la eucaristía presidida por el P. Tomás Marcos, OSA, y una comida fraterna se concluyó este día de retiro, que servirá para estar más atentos y vivir un adviento en permanente vigilia de las modorras y rutinas.
Y, como recuerda Francisco en su homilía de conclusión del sínodo (29.10.2023) es tiempo de Adoración a Dios y servicio al prójimo.