Somos, en primer lugar, seguidores de Jesucristo que, cautivados por el ejemplo y la doctrina de San Agustín, caminamos juntos, al tiempo que construimos nuestra propia historia.
La Orden agustiniana puede ser presentada de muy diversas maneras. Se puede hablar de su carácter peculiar, de su historia, de su misión, de su carisma… Pero ante todo y sobre todo la Orden está constituida por personas que, dicho con palabras de la Regla que profesamos, “viven juntos en concordia, teniendo un solo corazón y una sola alma hacia Dios”. (Regla 3)
“El fundamento de la vida agustiniana es la vida en común, en la cual todos los Hermanos, donándose a sí mismos, construyen el camino hacia Dios mientras sirven a los demás”. (Const. 6)
Historia de la Orden
“Nuestra Orden reconoce a San Agustín desde sus inicios como padre, maestro y guía espiritual, ya que de él recibe su Regla, nombre, doctrina y espiritualidad” (Const. 2).
San Agustín, después de su conversión se reunió con sus amigos para servir a Dios, organizando la vida según el ideal de los Hechos de los Apóstoles. Primero se establece en la ciudad de Tagaste como laico, y después, ya como sacerdote, en Hipona. Escribe una Regla de vida que siguen las comunidades y que hasta hoy la tiene la Orden de San Agustín y numerosas Órdenes y Congregaciones.
Después de la muerte de S. Agustín (430 dC), los bárbaros invaden el norte de África y la caída del Imperio Romano es inevitable. Los miembros de las comunidades iniciadas por San Agustín huyen de la persecución y se establecen en regiones de Europa. Estas pequeñas comunidades viven, durante siglos, siguiendo la Regla y el espíritu agustinianos, como eremitas.