Evangelio del XXVIII Domingo del T.O., según San Agustín

En la fiesta de la Virgen del Pilar el Evangelio muestra una alabanza a la Virgen: dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.

Hoy en esta fiesta de la Virgen del Pilar en el Evangelio leemos una alabanza a la Virgen María: dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. María fue dichosa por ser su madre, pero San Agustín nos recuerda que fue más dichosa si cabe por haber sido también su discípula, por escucharle y seguir siempre su palabra. Dejemos que María nuestra Madre del Pilar sea la columna segura de nuestra fe para ir a Dios.

Madre y hermanos

Prestad más atención, hermanos míos, prestad más atención, os lo ruego, a lo que dijo el Señor, extendiendo la mano sobre sus discípulos: Estos son mi madre y mis hermanos; y quien cumpla la voluntad de mi Padre, que me envió, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.

La Virgen

¿Acaso no hizo la voluntad del Padre la Virgen María, que por la fe creyó, por la fe concibió, elegida para que nos naciera la Salvación en medio de los hombres, creada por Cristo antes de que Cristo fuese en ella creado? La cumplió; santa María cumplió ciertamente la voluntad del Padre; y por ello significa más para María haber sido discípula de Cristo que haber sido madre de Cristo.

Más dicha le aporta haber sido discípula de Cristo que haber sido su madre.

Por eso era María bienaventurada, puesto que, antes de darlo a luz, llevó en su seno al maestro. Mira si no es cierto lo que digo. Mientras caminaba el Señor con la muchedumbre que le seguía, haciendo divinos milagros, una mujer gritó: ¡Bienaventurado el seno que te llevó! ¡Dichoso el seno que te llevó!

La Palabra

Mas, para que no se buscase la felicidad en la carne, ¿qué replicó el Señor? Más bien, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la guardan. Por ese motivo, pues, era bienaventurada también María: porque escuchó la palabra de Dios y la guardó: guardó la verdad en su mente mejor que la carne en su seno.

La Verdad es Cristo, carne es Cristo; Cristo Verdad estaba en la mente de María, Cristo carne estaba en el seno de María: de más categoría es lo que está en la mente que lo que se lleva en el seno. Santa es María, bienaventurada es María, pero mejor es la Iglesia que la Virgen María.

¿Por qué? Porque María es una porción de Iglesia, un miembro santo, un miembro excelente, un miembro supereminente pero, al fin, miembro de un cuerpo entero. Si es parte del cuerpo entero, más es el cuerpo que uno de sus miembros. El Señor es Cabeza y el Cristo total lo constituye la Cabeza y el cuerpo. ¿Qué diré? Tenemos una Cabeza divina, tenemos a Dios como Cabeza.

Sermón 72 A, 7

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