Evangelio del V Domingo del T.O., según San Agustín

San Agustín al comentar el evangelio de la pesca milagrosa lo relaciona con otra pesca, la que ven sus discípulos después de la resurrección.

San Agustín al comentar el Evangelio de la pesca milagrosa lo relaciona con otra pesca, la que ven sus discípulos después de la resurrección. En este sermón nos invita a que nosotros en esta pesca seamos de los que vivamos bien, de los que siguen los buenos propósitos de escuchar y obedecer a Dios obrando siempre el bien.

Así cuando lleguemos a la otra orilla, nos encontraremos con la alegría de vivir en Dios. Pero para eso, ahora tendremos que vivir muchas veces mezclados, siendo buenos en medio de los malos.

Redes

Distingamos las dos pescas, una antes y otra después de la resurrección. En la primera, las redes se echan indistintamente: no se nombra la derecha, para que no se piense que todos son buenos; ni la izquierda, para que no se entienda que hay sólo malos; así, pues, hay mezcla de buenos y malos. A causa de la gran cantidad, las redes se rompían. Las redes rotas simbolizan los cismas.

Buenos y malos

¡Qué grande es el número de los que viven mal, de los que la oprimen y gimen! Con todo, las barcas no se hundieron en atención a los peces buenos. Hablemos sobre la última pesca, posterior a la resurrección. Allí no habrá ninguno malo; la seguridad será máxima, pero sólo si eres bueno. Sed buenos en medio de los malos y seréis buenos sin compañía de malos.

A propósito de esta pesca, algo debe preocuparos: estáis rodeados de malos. Vosotros que me escucháis fielmente; vosotros que no echáis en saco roto lo que os digo; vosotros para quienes las palabras no pasan de un oído a otro, sino que descienden al corazón; vosotros que teméis más vivir mal que morir mal, puesto que, si vivís bien, no podéis morir mal; vosotros que me escucháis no sólo para creer, sino también para vivir santamente, vivid santamente; vivid santamente incluso entre los malos; no rompáis las redes.

Vivid santamente

Quienes se complacieron demasiado en sí mismos y no quisieron soportar a otros que juzgaban malos, rompieron las redes y perecieron en el mar. Vivid santamente en medio de los malos; que los malos cristianos no os arrastren a vivir mal. No piense tu corazón: «sólo yo soy bueno». Si comienzas a ser bueno, cree que hay también otros buenos, si tú has podido serlo. No adulteréis, no forniquéis, no os dediquéis al fraude, no robéis, no digáis falso testimonio, no juréis en falso, no os embriaguéis, no rehuséis devolver un préstamo, no os quedéis con lo ajeno encontrado en la calle.

Cumplid todo esto y otras cosas semejantes, viviendo seguros en medio de los peces malos. Nadáis en el interior de la misma red; pero llegaréis a la orilla; después de la resurrección os encontraréis a su derecha. Allí nadie será malo. Si no la cumplís, ¿de qué os aprovecha conocer la ley?; ¿de qué os sirve conocer los mandamientos de Dios, saber qué cosa es buena y cuál es mala? ¿No reprueba la conciencia esa ciencia? Aprended, pero para obrar.

Sermón 249, 2

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