El religioso agustino y experto en Ecumenismo, P. Pedro Langa, explica algunos de los retos que plantea el diálogo interconfesional, a partir del lema de este año para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (SOUC), «Amarás al Señor tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo» (Lc 10, 27).
La SOUC tiene cada año como hilo conductor, un texto bíblico elegido de antemano por un grupo de expertos, designados conjuntamente por el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y el Consejo Mundial de las Iglesias. Los expertos de este año pertenecen a un grupo ecuménico de Burkina Faso, país sin litoral de África Occidental, que han elaborado los materiales que se han distribuido a partir del lema, texto que pertenece a la Parábola del Buen Samaritano.
Buen samaritano
«No pocos Padres de la Iglesia, entre ellos Juan Crisóstomo y San Agustín de Hipona -señala el P. Pedro Langa-, vieron en esta parábola el proyecto de salvación de Dios para la humanidad. El hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó es imagen de Adán, o sea de toda la humanidad, descendiendo del paraíso a este mundo, en peligro y vulnerable; y en los ladrones una imagen de los poderes terrenales hostiles».
El P. Pedro Langa explica que Cristo mismo, tal y como aclara San Agustín, es representado por aquel que, movido a compasión acudió en ayuda del hombre medio muerto, curó sus heridas y lo llevó a una posada segura: «La promesa del samaritano de regresar se interpretó como un presagio de la futura venida del Señor. Porque los cristianos están llamados a actuar como Cristo, amando como el buen samaritano, mostrando misericordia y compasión a los necesitados, independientemente de su identidad religiosa, étnica o social».
«Lo que nos impulsa a salir en ayuda del otro, subraya el P. Pedro Langa, no es lo que tengamos o no en común con él, sino el amor al prójimo».
Amar al prójimo
A partir de la cita de San Agustín, «Se te manda que ames a Dios de todo corazón, para que le consagres todos tus pensamientos; con toda tu alma, para que le consagres tu vida; con toda tu inteligencia, para que consagres todo tu entendimiento» (D.chr., 1,22), el experto en ecumenismo, P. Pedro Langa, señala que amar al prójimo significa asumir sus necesidades, comprender sus imperfecciones, alentar sus esperanzas y fomentar sus compromisos.
En la parábola se dice que un sacerdote y un levita pasaron de largo. Hoy podríamos ampliar la lista: moribundo, abandonado, menesteroso, emigrante, refugiado y huido de la guerra. «Los cristianos solo podemos convertirnos en prójimos, al estilo del buen samaritano en el Evangelio, aprendiendo a amarnos unos a otros pese a nuestras diferencias», apunta el religioso agustino, quien añade que «San Agustín interpretó a menudo la posada en la parábola del buen samaritano como imagen de la Iglesia. Igual que el samaritano llevó al hombre malherido a la posada, así Cristo confía a los heridos y necesitados del mundo».
Quién es el prójimo
Prójimo es quien sabe actuar solidariamente y entiende su vida como «ser para los demás». En el tema de los derechos humanos el problema no es cómo yo consigo defender e imponer a los demás mis derechos, sino cómo la parte de la humanidad que tiene sus derechos, consigue crear espacios para que también los demás alcancen los suyos.
«No escojo yo al pobre a quien debo dar de comer -subraya el P. Langa-, sino que es el pobre quien irrumpe en el horizonte de mi vida y, modificando mis planes, me llama para que le ayude a superar su hambre. El ejemplo del buen samaritano busca mucho más que dar una lección de caridad fraterna. Pretende que nadie se atreva a poner límites al amor a nuestras iglesias. Eso cabalmente procuró San Agustín en su vida toda de unidad en la Verdad, sobre todo en su polémica frente a los donatistas«.