Obispo de Palencia entre los años 1978 y 1991, trabaja como misionero en Bolivia desde 1991. El religioso agustino, Mons. Nicolás Castellanos, ha sido Premio Príncipe de Asturias de la Concordia y Premio Castilla y León de Valores Humanos. Además, en el año 2022, se presentó su candidatura para el Premio Nobel de la Paz.
La sede de la Casa de Palencia en Madrid ha acogido, el miércoles 14 de junio, un encuentro y coloquio con Mons. Nicolás Castellanos, obispo agustino emérito de Palencia y misionero en Bolivia desde hace más de treinta años. En dicho país creó la Fundación Hombres Nuevos, con un amplio programa sociocultural y evangelizador.
En la charla, moderada por el sacerdote palentino Miguel de Santiago, habló de la reciente publicación de sus Memorias. Vida, pensamiento e historia de un obispo del Concilio Vaticano II y, de Cartas desde las periferias. También hubo referencias a la biografía escrita por Julio Jiménez Blasco, Nicolás Castellanos Franco. Un obispo del Concilio Vaticano II. «Nada para los pobres, sino todo con los pobres».
Cuando Mons. Nicolás llegó a Bolivia, había un millón de niños sin escolarizar. Además, existían pocas posibilidades para que, en determinadas zonas, niños y jóvenes accedieran a estudios superiores. Por eso, la educación ha sido, desde el inicio, una de las prioridades para la Fundación Hombres Nuevos.
Fundación Hombres Nuevos
En la presentación de las memorias, Mons. Nicolás Castellanos explicó que, al llegar a Santa Cruz de la Sierra, ciudad boliviana donde la Fundación tiene su sede, las personas con las que hablaba le pedían que construyera iglesias. Y, esto, «porque ellos saben que donde hay una iglesia, al lado se construye una escuela, un campo de fútbol y un comedor». De esta manera, a lo largo de todos estos años, han sido construidas cien escuelas en toda Bolivia, además de otros centros de formación y obra social.
Actualmente, el equipo de la Fundación Hombres Nuevos está integrado por 20 personas, que han crecido y formado en escuelas y proyectos de la propia Fundación.
Al hablar de todos los proyectos creados, Mons. Nicolás se emociona de manera especial con la Facultad de Teatro, puesta en marcha en la Universidad Católica de Bolivia. Lo mismo le ocurre con la Escuela de Música y la Orquesta Internacional. «Ha tocado ante el Papa», afirma orgulloso.
Este ingente trabajo es posible gracias a la generosidad de los voluntarios y de toda la gente que colabora económicamente con ellos. Ahora bien, la pandemia supuso un descenso en el apoyo económico que recibían de particulares e instituciones. Pero, la candidatura el año pasado para el Nobel de la Paz, supuso un impulso para la labor que realiza la Fundación. Gracias a ello, ahora se la conoce más y muchas personas han decidido comprometerse con su misión que es, en definitiva, una misión evangelizadora y de promoción integral de la persona.
En el acto, que tuvo lugar el pasado miércoles en la Casa de Palencia de Madrid, el obispo misionero agustino insistió en que, tanto en su etapa de obispo de la Diócesis de Palencia, como durante todos sus años en Bolivia, ha intentado llevar a la práctica las inspiraciones del Concilio Vaticano II.
Biografía
Leonés de nacimiento (Mansilla del Páramo, 1935), a los 18 años profesó como religioso agustino y, en 1959, tras estudiar Filosofía y Teología en el Monasterio de Santa María de la Vid (Burgos), fue ordenado sacerdote. Entre 1959 y 1963 amplió sus estudios en Roma, obteniendo la licenciatura en Pedagogía y en Teología en la Universidad Salesiana.
Desde 1962 ejerció labores pastorales en Palencia y León. Y, en 1973, fue elegido Prior Provincial de la Provincia Agustiniana de España. En aquel momento, la labor de los misioneros agustinos en América era muy importante y Nicolás Castellanos colaboraba con ellos en la misión.
Cinco años después, en 1978, Pablo VI le nombra Obispo de Palencia.
Después de trece años de trabajo apostólico en la diócesis, en 1991, presentó su renuncia a Juan Pablo II para ser misionero en Bolivia, que le fue concedida.
Así, en 1992 se traslada a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), con un grupo de religiosos, laicos y sacerdotes. Allí funda con ellos una iniciativa de vida en común llamada `Fraternidad Hombres Nuevos´.
De ella surge el Proyecto Hombres Nuevos, centrando su actividad social en el barrio de Plan Tres Mil, uno de los más empobrecidos de la periferia marginal de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
Desde entonces, continúa su labor de misionero en esa región, dedicando todos sus esfuerzos en mejorar la calidad de vida de los más pobres. Su trabajo ha sido merecedor de numerosos premios y reconocimientos, entre los que destacan el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998 y su nominación al Premio Nobel de la Paz 2022.