
El martes 29 de julio, un grupo de 156 personas entre los jóvenes, los religiosos agustinos y los laicos que les acompañaban, salieron desde el Colegio Valdeluz de Madrid para participar en el Jubileo, en Roma, con jóvenes de todo el mundo y con el papa León XIV.
El grupo de peregrinos del jubileo lo integraban jóvenes de distintas comunidades agustinianas de España: Colegio Valdeluz de Madrid, Parroquia San Manuel y San Benito de Madrid, Colegio San Agustín de Los Negrales, Colegio Buen Consejo de Madrid, Colegio Alfonso XII, Colegio San Agustín de Alicante, Colegio Mayor Universitario San Agustín, Colegio San Agustín de Palma de Mallorca, Colegio San Agustín de Madrid, Colegio San Agustín de Santander, Colegio Santo Tomás de Villanueva de Valencia, Parroquia Nuestra Señora de la Consolación de Móstoles, Parroquia Santa Ana y la Esperanza de Moratalaz, Colegio San Agustín de Sevilla y Profesos agustinos de Valladolid y El Escorial.
Bajo la bandera de san Agustín, partieron hacia la ciudad eterna. Muchos habían hecho noche en los colegios Valdeluz, San Agustín y Mendel.
«Salimos del Colegio Valdeluz, en tres autobuses, a las 11:30 de la mañana, el 29 de julio. Nos esperaban 30 horas de carretera y, salvo un pequeño incidente en el sistema electrónico de uno de los autobuses, todo marchó como lo esperábamos -explica Fr. Gerardo Espinoza, uno de los religiosos que acompañó al grupo-. Con breves paradas para comer y descansos cortos, llegamos a nuestro destino la tarde del 30 de julio. Nos hospedamos todos juntos en el Instituto Paritario Zaberia Cassia, en la zona S. Basilio, en Roma».
Allí les recibió Ludovica, quien, junto con el director del colegio, les dieron las indicaciones necesarias. Esa tarde la dedicaron a instalarse en el colegio y a descansar, ya que les esperaban largas jornadas por delante.
Una senda tienes por delante
El jueves 31 de julio, celebraron la Eucaristía en la Basílica de San Juan de Letrán, con peregrinos agustinos de otros países. A continuación, juntos pasaron por la Puerta Santa.
Por la tarde, en la Curia General de la Orden de San Agustín, les recibió el Prior General, P. Alejando Moral, que les habló de los rasgos más característicos de la espiritualidad agustiniana. Y, así, concluyó el primer día en Roma.
El viernes 1 de agosto por la mañana, los peregrinos recibieron el sacramento de la reconciliación, en el Circo Máximo.
Por la tarde, el grupo estaba citado en la Plaza de San Pedro para el encuentro de peregrinos españoles. Fue una jornada de testimonios, acompañados por música y lectura ambientada de varios textos bíblicos, lo que facilitó un tiempo de reflexión.
El encuentro terminó con la Eucaristía, presidida por Mons. Luis Arguello, arzobispo de Valladolid y presidente de la CEE, y concelebrada por varios obispos españoles.
Paso firme
«El sábado 2 de agosto, nos esperaba Tor Vergata, campo abierto, sin un solo árbol, que prometía abrasarnos con el sol veraniego de Roma -relata Fr. Gerardo-. Pero era también, para muchos, uno de los días más esperados del Jubileo, porque tendríamos la ocasión de ver, aunque fuera de lejos, a nuestro querido León XIV. Y, así fue, llegamos a la ardiente explanada a las 13:30 horas, aproximadamente. En la entrada nos dieron una caja con la cena de ese día, el desayuno y la comida del domingo».
La tarde transcurrió entre música de grupos de diversas lenguas y la espera de la llegada del Papa, que no falló a la cita. A las 19:00 horas entró a la plaza entre aplausos y los gritos de alegría del millón de jóvenes allí reunido, que no perdieron la ocasión para expresarle su cariño.
Dios sale a tu encuentro
En las JMJ la noche de vigilia es un momento intenso y emocionante para los peregrinos y en esta ocasión también fue así.
El Papa respondió a las preguntas que le hicieron tres jóvenes, la primera en español, la segunda en inglés, la tercera en italiano. “Queridos jóvenes, ámense los unos a los otros. Ámense en Cristo. Sepan ver a Jesús en los demás”, dijo el papa León XIV a los jóvenes. La vigilia concluyó con la adoración eucarística y la bendición del Santo Padre.
«Dormimos aquella noche en la explanada de Tor Vergata. Y, quizá para poner algo más de heroicidad al esfuerzo que habían hecho los jóvenes hasta ahora, en la madrugada un pequeño chaparrón se encargó de despertarnos -cuentan los religiosos que acompañaron al grupo-. Pero ni siquiera eso apagó el deseo de que amaneciera, para celebrar la Eucaristía con el Papa».
Aspirar a ser santos
Estaba programado que la misa comenzara a las 9:00 horas, pero León XIV llegó una hora antes de lo previsto, dando una sorpresa a todos, que pudieron verlo un poco más de cerca: «Fue un momento realmente emocionante».
En la homilía, León XIV alentó a los jóvenes a llevar la alegría del Evangelio a todos los rincones del mundo, a ser valientes, y a no apagar la sed del corazón, sino a escucharla. “Muy queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús (…) mantengámonos unidos a Él”.
Quizá una de las frases con más fuerza, de todas las que pronunció y que resume un poco todas sus intervenciones durante el Jubileo, es con la que les invitó a ser santos: “aspirad a la santidad allí donde estéis, no os conforméis con menos”.
Tras concluir la celebración, el Papa se despidió efusivamente, invitando a los jóvenes a la próxima JMJ, que se celebrará en Seúl (Corea del Sur) en el año 2027.
De vuelta a casa
Después de dos horas de camino bajo el sol hasta donde esperaban los autobuses, a las 15:30 horas, salieron de vuelta hacia Madrid, con el corazón lleno de alegría y agradecimiento por todo lo vivido.
Veintiséis horas después, los madrileños habían llegado a su destino, pero los peregrinos de otras ciudades tenían aún camino por recorrer. Algunos pasaron la noche en el polideportivo del Colegio San Agustín y otros en el Colegio Valdeluz. Hubo, incluso quienes volvieron a sus lugares de origen el mismo día.
Agradecimiento
Así terminó el Jubileo de los Jóvenes, una verdadera peregrinación, que requirió de un gran esfuerzo físico, y que significó también una riquísima experiencia para los jóvenes.
Los responsables de cada comunidad, que acompañaban a los jóvenes, también volvieron muy contentos, porque lo vivido supera infinitamente el sacrificio hecho; con un profundo agradecimiento por el esfuerzo de los religiosos agustinos PP. Adrián Álvarez y Jesús Baños, que desde el Secretariado de Infancia y Juventud han trabajado incansablemente para que esta experiencia fuera posible.
Testimonios
María Rey-Gil y Manuel Reboiro, dos jóvenes del Colegio Mayor Universitario San Agustín, de Madrid, subrayan que fueron unos días muy enriquecedores porque pudieron compartir la fe con otros jóvenes y comprobaron que no están solos: «Hemos crecido espiritualmente gracias a las liturgias, a las oraciones, a la presencia del papa y a la intensidad del viaje».
Destacan los momentos de convivencia con otras personas que también acudían al jubileo, tanto religiosos como laicos, «que con total naturalidad hablaban y expresaban su fe y su felicidad». Y, si tienen que quedarse con alguno de los momentos vividos estos días, les cuesta escoger. Pero ambos mencionan la vigilia, atravesar la Puerta Santa, el encuentro con los otros peregrinos españoles y la visita a la Curia General de la OSA.
En la misma línea comparte su experiencia Ana Mª Fuentes, de Alicante: «El encuentro de españoles y la vigilia y misa en Tor Vergata nos enseñan a ser mejores cristianos, pero para mí ha tenido especial relevancia el encuentro con los agustinos de Italia y con el Prior General, ya que me hicieron recordar los valores que nuestra orden nos inculca. Experiencias como ésta son las que te marcan para toda la vida».
Por su parte, Daniel García, de la parroquia Santa Ana y la Esperanza (Moratalaz) señala que el jubileo ha supuesto un apoyo para él «porque estaba un poco perdido en cómo llevar mi relación con Dios; ver y escuchar a gente que forma parte de la comunidad cristiana me ha sido muy útil para tener otros puntos de vista y así, he podido llenar mi espíritu y reafirmar mi fe».
Al igual que Paula Torregosa, de Alicante, Daniel insiste en que el encuentro y la celebración de la Eucaristía con otros españoles y la misa con el Papa han sido un momento inspirador para seguir adelante.
Mia Saray Sosa, también de Moratalaz subraya que ha encontrado mucha esperanza en Roma, al ver que hay tantos jóvenes que como ella tienen fe y quieren ponerla en el centro de sus vidas: «He descubierto a un Dios cercano, amigo. Ver a tantos jóvenes reunidos compartiendo el amor de Dios ha fortalecido mi fe y mi amor a Dios».
«En mi corazón guardo muchos de los momentos que he vivido -afirma Carlota Ludeña, del Colegio San Agustín de Alicante-, entre ellos el haber estado con el Prior General de los agustinos o cuando en Tor Vergata se expuso el Santísimo, que se hizo un silencio sobrecogedor, con un millón de personas calladas adorando. Volví a mi casa con el corazón lleno. Para mí ha sido un impulso para poder vivir más para Él y poder anunciarle a todos los que no le conocen. Sin duda es una experiencia que no voy a olvidar nunca».
Por último, Mercedes, catequista en el Colegio Valdeluz habla de la esperanza que supone poder celebrar este jubileo con tantos jóvenes: «Hemos tenido la gran suerte de vivir la experiencia del perdón. Llegamos a Roma con ilusión, y tras una semana llena de testimonios y cánticos hemos podido experimentar la vitalidad de la Iglesia».
Para esta joven, especialmente emocionante fue recibir los sacramentos del perdón y la Eucaristía en Roma, y escuchar al Santo Padre: «Podemos afirmar que hemos visto a Dios en la juventud de hoy. Todos volvemos con el corazón lleno y la lección aprendida, debemos aspirar a cosas grandes, a la santidad, durante el día a día, como ha dicho el papa León».












