
Coincidiendo con la solemnidad de Pentecostés, la Parroquia Santa Ana y la Esperanza de Moratalaz, celebró el ingreso en la Fraternidad Agustiniana Laical de tres nuevos miembros (Ana, Mar y Gema). Este acto se enmarca también en un año en el que se conmemora el LX aniversario de la erección de la parroquia. Por estos motivos, el domingo 8 de junio fue un día de fiesta para la comunidad parroquial, que estuvo acompañada por religiosos agustinos que en distintos momentos han estado vinculados a ella.
Presidió la celebración Mons. Luis Marín, OSA, quien fuera párroco de Santa Ana y la Esperanza durante tres años (1999-2002). En el altar le acompañaban la comunidad agustina de Moratalaz y otros religiosos agustinos, alguno de ellos que trabajaron con anterioridad en la parroquia.
En la homilía, Mons. Luis invitó a los asistentes a dejarse transformar por Dios, para orientar la vida con otros criterios, que no son los del mundo, sino los del amor verdadero.
Destacó la importancia de dejarse guiar por el Espíritu Santo, con el fin de superar la apatía y la rutina que amenazan con suprimir el dinamismo esencial de la comunidad cristiana. En este sentido, insistió en que el cristiano debe experimentar la alegría del encuentro con Cristo resucitado y manifestarla con gozo en las acciones cotidianas de su vida.
Recordó que la Orden de San Agustín tiene tres tipos de miembros: «Los frailes (como los padres de la parroquia, como el Santo Padre León XIV), que han emitido los votos de castidad, pobreza y obediencia; las monjas agustinas de vida contemplativas; y los miembros laicos de las fraternidades agustinianas, incorporados establemente a ellas por medio de una promesa. Todos unidos en el mismo carisma, con la misma espiritualidad, aunque vivida de modo diverso porque son diferentes las vocaciones».
A las nuevas integrantes de la Fraternidad, Ana, Mar y Gema, les dio las gracias por su decisión: «Sed muy bienvenidas. Solo os pido que viváis con intensidad vuestro compromiso. No estaréis solas. Formáis parte de la Orden de San Agustín. Somos una gran familia».
Espiritualidad Agustiniana
Durante la celebración se explicó qué es aquello que caracteriza el carisma agustiniano, que brota de la inquietud espiritual y la búsqueda de Dios, dejando a un lado la indiferencia:
- La comunidad, la vida fraterna, entendida no solo como mera simpatía, sino como una actitud que lleva a tener una sola alma y un solo corazón en camino hacia Dios.
- La interioridad, que lleva a vivir la oración no como la recitación más o menos inconsciente de fórmulas establecidas, sino como encuentro de amistad con el Señor y, en Él, con los hermanos.
- La implicación en el mundo, en la lucha por la paz y la justicia, en la defensa de los derechos humanos, en el cuidado de la creación.
- Servicio a la Iglesia. Es una llamada a no ser meros espectadores individualistas e insolidarios, sino a sentir con la Iglesia y a ser Iglesia.
Las tres mujeres emitieron su promesa ante el Prior Provincial, P. Domingo Amigo, OSA, de formar parte de la fraternidad que, desde hace años, existe en la parroquia. Al finalizar la Eucaristía, los asistentes compartieron juntos un ágape fraterno, no solo con aperitivos, sino también con abrazos, sonrisas y, sobre todo, la alegría propia de quienes se sienten plenamente identificados con la familia agustiniana.







