
El Prior General de la Orden de San Agustín, P. Joseph Farrell, ha dirigido el habitual mensaje de Navidad a los hermanos, hermanas y laicos de la OSA.
El mensaje, enviado en italiano, inglés y español, comienza con la cita: «Exulten todos los cristianos: ha nacido Cristo».
En el texto, el Prior General recuerda que el fundamento de la celebración de la Navidad es el amor. Ya que estos días, no celebramos simplemente un momento histórico que tuvo lugar hace más de 2000 años. También celebramos el amor incondicional y duradero que trajo consigo el acontecimiento de la Navidad.

«Incluso cuando hay momentos de tristeza, dolor, enfermedad, duda y muerte -señala el mensaje-, debemos creer que el Dios que nos creó nunca deja de amarnos. Para que ese amor fuera evidente, Dios envió a su hijo, el Mesías, al mundo, para que tuviéramos el amor encarnado entre nosotros y así poder mostrarnos, en persona, la presencia amorosa e incondicional de Dios. Emmanuel nos asegura que no estamos solos en nuestro mundo».
Pincha aquí para leer el mensaje de Navidad completo del Prior General de la Orden de San Agustín.
Prior Provincial
El Prior Provincial de la Provincia de San Juan de Sahagún, el P. Domingo Amigo, también habla del gran mensaje de amor y de humildad que significa la celebración de la Navidad.
El P. Domingo Amigo, en su felicitación manifiesta su deseo de paz e invita, tal y como hiciera San Agustín, a buscar la unión de almas y corazones.
«Hoy percibimos la necesidad de paz y de concordia entre las naciones y en la sociedad -afirma-. Son muchos los conflictos y no se encuentran soluciones fáciles. Pidamos a Jesucristo, Príncipe de la Paz, que conceda a los hombres buscar caminos de paz y de entendimiento, y que transforme los corazones de las personas para buscar el bien».
Invita a los religioso y laicos de la provincia a trabajar para que la vida de fraternidad sea signo de comunión, de acogida y de servicio que transmita a los hombres el gozo y la paz de vivir unidos, teniendo a Cristo como centro de la vida.
“Para que la debilidad se hiciera fuerte, se hizo débil la fortaleza”
(San Agustín, Sermón 190, 4)
